La filosofía del Vedanta propone una visión armónica y no-dual de la existencia, donde toda entidad y realidad está intrínsecamente interconectada. Según esta perspectiva, en el núcleo último de toda manifestación opera un principio de equilibrio e intercambio dinámico.
Aunque a nivel superficial veamos diferencias entre las cosas -como entre lo consciente y lo inconsciente, la existencia individual y el cosmos total-, desde la óptica última de Brahman todo forma parte de una red de dependencia y realimentación mutua. Donde parece haber separación e independencia, en realidad hay intercambio sutil de energías y propiedades.
Así, por ejemplo, aunque existan polos opuestos como la vida y la muerte, en verdad se compenetran; no hay muerte sin el germen de la vida futura, ni vida sin la potencialidad de la muerte. Del mismo modo, el placer no sería detectable sin el contraste del dolor; la ignorancia tiene su compensación en la senda hacia la iluminación.
Incluso entre las aparentes antítesis de lo material y espiritual, finito e infinito, puede hallarse este vínculo armónico. Más que contradicciones irreductibles, todo forma parte de un proceso cíclico y equilibrado de compensaciones mutuas.
Desde esta visión advaita, la aparente parcialidad de las cosas coexiste con su totalidad inherente. En esa totalidad subyacente, nada está aislado o incompleto, sino sustentado por la matriz invisible. Esa es la metafísica de la infinita compensación entre los elementos de la Existencia.